Tratamientos despigmentantes. Radiofrecuencia facial ideal para los meses de invierno

La cosmética nos seguirá proveyendo de sus panaceas por largo rato.

Sobre los tratamiento de cuidado de la piel puede hablarse largo y tendido. Existen tantos de ellos que tardaríamos horas solo enumerándolos, y solo por referirnos a los más comunes. Ciertamente, la tecnología estética cosmetológica está a la orden del día, con métodos y experimentos tan numerosos que evaluar los resultados de los mismos ya es cuestión de su cotidianidad. A su vez, la constante investigación científica, llevada de la mano con la pujante demanda por nuevos datos susceptibles de aplicación para los hábitos de higiene, está reformulando antiguos procedimientos de cuidado personal de la salud.

En realidad, nuestra naturaleza es tan amplia que trabajo no le ha faltado a estos investigadores. Lejos de eso, se estima que sus contribuciones para la cosmetología están lejos de llegar a un final. Esto es motivo suficiente por el cual la creatividad de muchas personas solo han impulsado la demanda de los productos de este gremio en particular. No nos engañemos, la industria cosmetológica de belleza estará en ascenso por lo menos varias décadas más. Eso no es para nada malo. De hecho, gracias a los estudios frecuentes que realizan, han dado lugar a la comunión de esfuerzos con ramas más ortodoxamente académicas de la ciencia, como la bioquímica avanzada, procurando técnicas, datos y resultados que sistematizan bastantes ventajas de los recursos naturales. Es decir, han dotado de carácter científico riguroso a los beneficios de distintos materiales y tratamientos en aras de poder escoger los que más se adapten a nuestros requerimientos. Eso incluye, pero no se limita, a saber qué nos favorece en cada caso, con qué debemos ser precavidos en otros y qué puede resultarnos mejor dadas nuestras condiciones actuales. Toda una maravilla académica al servicio de la estética, diríamos. 

Tratamientos despigmentantes: Lo bueno de la variedad y cómo saber aprovecharla.

Como ya es de imaginarse, escoger entre tanta existencia de metodologías puede ser difícil. Sin embargo, esa amplitud de técnicas tiene significativos profits, pues hay condiciones que se prestan más al momento de practicar una u otra. En el caso del presente texto explicamos por qué es mejor el uso de ciertos métodos -la radiofrecuencia facial, por ejemplo- en contextos climáticos precisos como el invierno.

El invierno se lleva particularmente mejor con los cuidados dermatológicos que el verano u otras estaciones en algunos factores. Las causas son simples: en esta temporada, la exposición de la piel al sol es menor, existiendo menos probabilidad de inflamarse luego de una cirugía estética; por lo que el tejido cutáneo es menos proclive a pigmentaciones no deseadas. Eso quiere decir que este periodo del año colabora más en procesos de sanación luego de intervenciones, en adición a que es más fácil cuidarse durante esta estación para evitar que nos salgan esas fastidiosas manchitas en nuestra epidermis. Además, los ropajes invernales u otoñales se reservan la exhibición de algunos detalles de las intervenciones. Entonces ¿Existen procedimientos de skincare adecuados para periodos gélidos? Por supuesto

La Radiofrecuencia: alternativa eficaz para aquellos que perseguimos esa salud vigorizante en el aspecto físico  

Una de estas técnicas, muy en boga por cierto, es la radiofrecuencia facial ¿pero qué es esto? La radiofrecuencia es, en resumidas cuentas, la emisión de ondas electromagnéticas dentro de un espectro seguro en su relación de velocidad y longitud. Estas ondas se encuentran dentro del rango seguro en la estética, ya que las frecuencias ejecutadas con normalidad son la bipolar y la unipolar. La forma en la que trabajan es transmitiendo calor entre las capas dermis y epidermis para que el movimiento de partículas actúe sobre el contenido lípido. Así, esta energía emitida desemboca en la relajación de la piel, disminuyendo la presencia de arrugas o estrías, y despigmentando esas desagradables manchas que se alojan cuando nos exponemos a rayos ultravioleta. Otro de los beneficios es el de adelgazar la silueta del rostro.

Esta intervención no es invasiva, por lo que es un poco menos riesgosa en comparación de otras aplicaciones que nos llevan al quirófano. Practicada con constancia, puede expurgarnos de toxinas, deshacerse de celulitis, cooperar contra inflamaciones digestivas y aumentar la circulación sanguínea local, lo que favorece a la producción de colágeno.

Estudios han demostrado que su implementación no solo favorece con mucha evidencia al cuidado de la piel, sino que también su desempeño cosmético ha sido comparado con otros productos regulares de belleza básicos, como la vaselina, arrojando resultados tanto mejores que la mayoría de ellos. En otras palabras, su práctica ha equiparado (y superado a veces) los estándares de calidad de muchos productos de este gremio, obteniendo muy buenos resultados en corto tiempo. Todo lo anterior sin mencionar la ventaja de ser un procedimiento no invasivo aprobado por cuantiosas comunidades médico-estéticas en países alrededor del mundo. Es relativamente rápido y eficaz por demás decir, siendo una de las opciones predilectas en el tratamiento contra el fotoenvegecimiento.  Concluimos pues, que es prometedora la manera en que provee de tantas mejoras y parece no tener objeciones amenazantes de verdad a la salud en términos de defectos o secuelas consecuentes.

 

 Por supuesto, existen muchísimas tecnologías cosmétológicas para el tratamiento skincare, pero escasas de ellas han probado ser tan eficacess contra el envejecimiento cutáneo, la celulitis y los contornos de la epidermis como esta. Resulta bastante terapéutica además de la seguridad de su técnica, reporta mejoras relativas a nuestra apariencia y nos deja con una sensación de envidiable salud respecto a nuestro estado inicial. Así que anímate en invierno a conseguir esa piel inmaculada tan impresionante. Corre la voz.